Esta poeta americana tuvo una vida muy poco activa desde el punto de vista convencional; casi no salía de su casa. Sin embargo su vida interior era riquísima, y no es un cliché. Vivió en el siglo XIX y había nacido en Amherst, Nueva Inglaterra. Su casa todavía se conserva, en la Calle Mayor, con los viejos olmos y sus lilas en el jardín donde Emily cortó las flores o ramitas que mandaba a sus amigos junto con algún poema.
Fue un espíritu independiente y crítico: aun habiendo nacido en una familia estrictamente calvinista, se negó a abrazar este credo. A los veinticuatro años se enamoró de Charles Wadswort, pastor presbiteriano, casado y bastante mayor que ella, y mantuvo este amor en un estado platónico para siempre. De hecho, sólo se vieron unas cuatro o cinco veces en la vida.
Copiaré aquí uno de sus poemas. En él aparece la muerte, como en muchos de ellos, pero tratada con sosiego y como un elemento más del ciclo de la vida. En su poesía aparecen muchas veces elementos naturales como plantas, árboles, pájaros... Hasta en una descripción que hizo una vez de sí misma, al pedírsele un retrato que no tenía, se nota su familiaridad con la naturaleza:
"No tengo ahora ningún retrato, pero soy pequeña como el reyezuelo y tengo el cabello rebelde como el caparazón de las castañas, y los ojos como el jerez que el huésped deja en la copa".
El poema:
Si no estuviese viva cuando vuelvan
los petirrojos, al de la encarnada
corbata, en mi memoria,
echadle una migaja.
Y si las gracias no pudiese daros
porque profundamente ya me hubiese dormido,
bien sabréis que lo intento
con labios de granito.
Versión original en inglés:
If I shouldn't be alive
When the Robins come,
Give the one in Red Cravat,
A Memorial crumb.
If I couldn't thank you,
Being fast asleep,
You will know I'm trying
With my granite lip!
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